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Haciendo clic: las uvas de Delia

Publicado: 2013-03-25

Uvas: dulces, jugosas, refrescantes. Uvas de Bujama Alta, donde doña Delia Quispe tiene su chacrita. "Me la dejó mi finadito", dice mientras sus manos -delgadas, ásperas, cetrinas- buscan y encuentran el racimo más grande, vistoso y provocativo en una canasta; el racimo que debería salir en esta y en otras fotos.

Solo las uvas, ella no. Ella no quería salir ni de su casa y menos en una foto. Al final, su hijo Daniel la convenció de ir a la plaza de Armas de Mala y de posar para mi lente, eso sí, siempre con un racimo o varios racimos en el encuadre. Pero lo que no consiguió su hijo y en lo que fracasé yo también, fue en sacarle una sonrisa que iluminara su rostro de arrugas infinitas.

No se deja convencer. Seria, muy seria, siempre seria. No sonríe cuando le digo -sin zalamería ni ánimo de engaño- que no aparenta sus 92 años de edad, como afirma su hijo, o sus 99, como asegura ella. Eso no sirvió. Tampoco funcionó halagar su sombrero, su blusa blanquita y su bastón de madera que le da elegancia a sus pasos. Ella quiere mostrar sus uvas. Solo eso.

Sí, sus uvas: dulces, jugosas, refrescantes. Esas uvas que crecen en la chacra de su finadito. Las uvas a las que les tomé muchas fotos, quizás demasiadas. La culpa es de doña Delia y de su hijo que la convenció de posar más no de sonreír, entonces, me distraje y hasta me olvidé de una de las tantas razones por la que recorrí los 86 kilómetros que separan Lima del distrito cañetano de Mala.

Debía fotografiar manos y cabezas de plátanos de la isla, de seda, sedón, bellacos, palillos, manzanitos, bizcochitos, entre otra variedades que se siembran en este valle sureño y se venden con éxito en los mercados capitalinos. Este cultivo es tan importante para los maleños que, desde hace ya varios años, organizan un festival en su honor para que los productores muestren  los mejores frutos de sus tierras.

Y fue durante la octava edición del Festival del Plátano Maleño, realizada el sábado último, en la que conocí a doña Delia, la mujer que no sonrió pero que compartió generosamente varios gajos de sus uvas con ese extraño que la enfocaba y perseguía con el lente de su cámara, tomándole las fotos que usted está viendo y que ella, quizás, nunca vea.

Y es que la señora de las uvas y el bastón, del sombrero y la blusita blanca, debe estar ahora en chacra que fue de su finadito, mirando las parras, mirando sus tierras en Bujama Alta. Sí, estoy seguro que allá, ella siempre sonríe.

*Agradecemos a las autoridades municipales de Mala y San Antonio de Cañete, y a la Asociación Latinoamericana de Deportes de Aventura (Aldea) por su gentil invitación a participar en la I Exhibición Inter-Distrital de Deportes y Ecoaventura.


Escrito por

explorandoperu

Viajo, escribo y hago fotografías. Soy un periodista que recorre los caminos en busca de crónicas y relatos.


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Crónicas y relatos del Perú

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